El estado de alerta decretado por el gobierno para hacer frente a la crisis sanitaria en la que nos encontramos en relación a la expansión del coronavirus (COVID-19), nos ha obligado a llevar a cabo el confinamiento en nuestras casas.
La cuarentena suele ser una experiencia desagradable para los seres humanos, debido a que es un aislamiento obligatorio y que implica romper con nuestro día a día, nuestras rutinas, nuestro ocio, nuestros amigos, familia, nuestra pérdida de libertad, la aparición del aburrimiento y un largo etcétera, y esta situación tiene una potente carga psicológica sobre nuestra salud mental.
De repente nuestra vida se ha paralizado y nos toca adaptarnos temporalmente a una nueva situación. Por supuesto el momento que acontece nos genera estrés, pero no sólo la situación vivida, sino también todas las consecuencias generadas por esta. Puede surgir la pérdida del trabajo, la reducción de ingresos mensuales, gestionar el hecho de convivir 24h con nuestra pareja, hijos, familiares o compañeros de piso. En el caso de las personas con hijos, también hay un aumento del estrés. Quizás para los niños sea más complicado entender esta situación y por qué no se puede salir de casa.
¿Cómo será el fin del confinamiento?
Los profesionales ya tienen la mirada puesta en el después, en el qué pasará cuándo acabe el confinamiento: pueden presentarse comportamientos de euforia por el contacto y las relaciones sociales pero también, la otra cara de la moneda: la fobia a los espacios públicos que pueden autolimitar la salida.puede provocar más incertidumbre a la hora de salir del hogar y que se desarrollen trastornos compulsivos: endurecer los rituales de limpieza de la casa por temor al contagio, el lavado compulsivo de manos..Ahora, en cierta medida, el miedo puede ser adaptativo para no llevar a cabo conductas irresponsables que nos expongan a un contagio. Más adelante este miedo ya no nos será útil, pero su desaparición no será de la noche a la mañana.
Consejos para "volver a la vida"
- Concédete tiempo. Cada uno volveremos a nuestra vida, o más bien, nos adaptaremos a nuestra nueva vida a distinto ritmo.
- No se trata de forzarse por recuperar nuestras actividades, ni tampoco de permanecer en el miedo y el inmovilismo. Debemos asumir cierto punto de incomodidad para atrevernos, pero sin que nos genere una ansiedad excesiva que puede ser peor.
-Igualmente, debemos tener mucha comprensión con nuestros allegados, que pueden necesitar un ritmo diferente. Será hora de hacer nuestros duelos, literales y figurados, y también de tomar la oportunidad de salir de esta situación aprovechando lo aprendido.
- Si la vuelta a la realidad te genera un shock y te desborda, el apoyo de un psicólogo te dará las herramientas necesarias para superar este momento.