Ser celoso en cierta medida no es de por sí un signo de enfermedad mental. Todos tendemos a experimentar de forma natural un sentimiento de protección de los vínculos afectivos que formamos.
Cuando otra persona se acerca a alguien que queremos, no podemos dejar de preocuparnos ya que esto es percibido como una amenaza, aún cuando conscientemente estemos seguros de que no va a suceder nada malo.
El problema surge cuando se es exageradamente celoso y se desea controlar al máximo la conducta de otras personas para garantizar su absoluta fidelidad. En tales casos se pueden sentir celos, no solamente hacia la pareja sino también hacia los amigos, la familia etc.
Contrariamente a lo que se piensa, los celos no son un rasgo inequívoco de alguien que siente amor, sino más bien un claro signo de inseguridad propia.
Una persona puede llegar a pensar que necesita poseer total y absolutamente a otra, no porque la ama sino porque intenta controlar enormes ansiedades internas acerca de no ser suficientemente
valioso, atractivo, querido o deseable para nadie más. Esa inseguridad probablemente esté relacionada a sentimientos de inadecuación, una severa autocrítica o una baja autoestima.
Si necesita ayuda, orientacion o consejo psicológico por alguno de estos motivos, déjese aconsejar por un profesional de la salud mental o un psicólogo.
Recuerde que nadie es posesión de nadie y que nunca podrá controlar las decisiones de otro durante todo el tiempo. La libertad es la mejor cárcel para retener a un ser querido.