Todos hemos oído hablar de la depresión… A menudo utilizamos este término para referirnos a algunos de nuestros momentos más bajos, sin embargo, la depresión clínica es un problema mucho más complejo.
La depresión no se define simplemente como un estado de tristeza. Estar triste no es un problema en sí mismo, es un estado de ánimo para el que, generalmente, hay una causa justificada. La depresión, sin embargo, es un trastorno emocional que implica cambios importantes y más o menos duraderos, en nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar.
En algunas épocas del año (en invierno, tras unas vacaciones, o al acercarse determinadas fechas significativas como un aniversario) o tras sufrir algún tipo de pérdida afectiva (muerte de un ser querido, ruptura de una pareja) o vivenciar un fracaso personal o profesional (un despido, un mal curso académico, un proyecto personal que se viene abajo) todos nos podemos sentir en un principio y en cierta medida tristes, alilcaidos, desanimados, y experimentar sentimientos de frustración, rabia, desesperanza o desilusión, padecer un intenso pesar y dolor emocional, tener la sensación de falta de energía y fuerzas para seguir haciendo cosas y continuar con las obligaciones del día a día.
Estos sentimientos por lo general, son pasajeros, temporales, no interfieren sobremanera con la vida cotidiana ni causan malestar clínicamente significativo, y desaparecen en unos días o en unas semanas sin necesidad de que la persona haga un especial esfuerzo, ni recurra a ayuda terapéutica profesional.
En cambio, muchos de los trastornos afectivos-emocionales, que comparten cierta sintomatología con estos procesos de duelo o reveses de la vida, se caracterizan porque sus manifestaciones son mucho más insidiosas: la presencia de tristeza y apatía es persistente, existe una pérdida de interés generalizada en las actividades con las que normalmente se disfrutaba, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas, causando por lo general una angustia y malestar psicológico importante en la persona que la padece así como en su entorno socio-familiar y afectando negativamente a diversos ámbitos de su vida como el laboral o el académico.
¿QUÉ PIENSA UNA PERSONA CON DEPRESIÓN?
La persona deprimida tiene una visión negativa sobre sí misma, sobre el entorno que la rodea y sobre el futuro. Todos sus pensamientos se tiñen de un color más oscuro. Esta negatividad lo impregna todo en la mente del depresivo. Cuando una persona está deprimida se desvaloriza y se culpa por lo que piensa son sus errores y debilidades. Y, por todo ello, se produce una disminución acusada de su autoestima.
¿QUÉ SIENTE UNA PERSONA DEPRIMIDA?
Tristeza, apatía, irritabilidad, cansancio continuo y excesivo, aumento o disminución del apetito, alteraciones del sueño, disminución del deseo sexual, sentimientos de fracaso, culpabilidad, inseguridad, desesperanza…
Estos son sólo algunos de los síntomas más frecuentes, pero podríamos enumerar más de cien síntomas distintos. Además, todas las personas que tienen depresión, experimentan un aumento de sus niveles de ansiedad, una disminución generalizada de sus umbrales de tolerancia y una llamativa incapacidad para disfrutar de las cosas con las que antes disfrutaban.
¿QUE HACE UNA PERSONA CUANDO ESTÁ DEPRIMIDA?
Después de ver lo que piensa y lo siente una persona con depresión, es fácil entender que no sienta demasiadas ganas de hacer cosas. Las actividades se le hacen muy tediosas y demasiado costosas para la poca satisfacción que le reportan, por lo que enseguida empieza a retirar actividades de su repertorio de conductas.
En primer lugar, se dejan de hacer actividades agradables, pero, cuando la depresión se asienta, se comienzan a dejar de hacer también las actividades consideradas “obligatorias” (tareas, trabajo, aseo personal, prepararse comidas…).
Tipos de depresión
Los síntomas más comunes que nos pueden ayudar a detectar una depresión son:
Ante la presencia de alguno o varios de los síntomas citados, lo más conveniente es contactar con un especialista en Psiquiatría, o Psicología para que haga una evaluación diagnóstica completa y adecuada e instaure, si es necesario, el tratamiento para cada caso lo más pronto posible, con el fin de evitar que el trastorno evolucione.