Hoy en día, las emociones y el tratar de ellas suscitan cierto miedo y/o precaución en algunos casos. Nos sentimos inseguros al afrontar nuestra emotividad y a ello no ayuda la falta de una educación emocional en las escuelas, ni la falta del desarrollo de la inteligencia emocional y las habilidades emocionales.
Normalmente no recibimos una tutela emocional que nos guíe en nuestro modo de conducirnos y hacer frente a nuestras emociones. Las manejamos a través de las creencias que nosotros mismos nos hemos inventado sobre cómo es mejor afrontarlas, basadas en nuestras experiencias previas.
Nuestra inseguridad en su manejo nos hace pensar que controlarlas es lo mejor, no dejando que afloren a la superficie. El control de las emociones es necesario para el correcto desarrollo de la personalidad de una persona y su buena adaptación en la sociedad actual.
La Terapia centrada o focalizada en emociones (TCE) (en inglés Emotionally focused therapy (EFT). se basa en la premisa de que las emociones humanas están conectadas a las necesidades humanas y, por lo tanto, las emociones tienen un potencial adaptativo innato que, si se activa y se trabaja, puede ayudar a las personas a cambiar estados emocionales problemáticos y relaciones interpersonales.
A diferencia de la terapia cognitiva, que enfatiza el rol central de los pensamientos y las creencias en la activación y mantenimiento de la depresión y la ansiedad, el abordaje focalizado en las emociones ve a las emociones como primarias. Las emociones en sí no inhiben el proceso terapéutico, pero la incapacidad de las personas para manejar las emociones y usarlas bien es vista como el problema.
En este tipo de terapia es necesario experienciar las emociones para provocar un cambio. Con tal experiencia podremos dar sentido a nuestras emociones y buscar una nueva forma de entender nuestros sentimientos.
A través de las distintas técnicas de este modelo, el terapeuta debería ayudar a los pacientes en la identificación de las diferentes capas de emociones pedirles a los pacientes que nombren la emoción, noten sensaciones en el cuerpo, se focalicen en y permanezcan con la emoción, que identifiquen pensamientos que la acompañan, que identifiquen la información contenida en la emoción, lleven un diario de emociones, detecten interrupciones o interferencias en el registro experiencial de las mismas, consignen lo que la emoción les está diciendo y lo que necesitan para sí mismos.
En este contexto, la conceptualización y las técnicas focalizadas en la emoción pueden ser de gran ayuda para los terapeutas cognitivo-conductuales, porque el activar y acceder a experiencias emocionales ayuda a los pacientes a reconocer los elementos cognitivos que están contenidos en cada esquema emocional. Estas técnicas también pueden ser útiles para acceder a los esquemas personales fundamentales, los que están asociados a menudo a emociones intensas relacionadas con hechos traumáticos.